Pastor José Luis Cinalli
9/2/2025
Señales que indican el mal uso del tiempo
“Sean sabios… haciendo buen uso del tiempo…”, Efesios 5:15-16 (NT-BAD, BTX).
Imagina que existe un banco que cada mañana acredita en tu cuenta personal la suma de 86.400 pesos y no arrastra su saldo día a día. Todas las noches borra la cantidad de dinero que no hayas usado. ¿Qué harías? Retirarías hasta el último centavo, ¿verdad? Cada uno de nosotros tiene ese ‘banco’. Su nombre es TIEMPO. Cada mañana nos autoriza 86.400 segundos y, por la noche da como perdido el crédito que no hayamos invertido en un buen propósito. Si no usamos los depósitos del día, la pérdida será nuestra. Alguien hizo éste cálculo. En una expectativa de vida de 75 años gastamos 21 años durmiendo, 14 años trabajando, 7 años en cuidados de higiene, 6 años comiendo, 6 años viajando, 5 años en colas de espera, 7 años aprendiendo, 3 años en reuniones, 2 años contestando el teléfono, 1 año buscando cosas perdidas, 22 meses en cultos, 8 meses borrando correspondencia inútil y 6 meses aguardando en semáforos. Pero una pareja toma 4 minutos al día para comunicarse, mientras que los padres invierten menos de un minuto diario para hablar sobre cosas importantes con sus hijos.
Dios nos ha dado una cantidad limitada de tiempo y espera que lo usemos para su gloria: “A partir de una sola persona, hizo a toda la gente del mundo… para que todos lo busquen y puedan encontrarlo”, Hechos 17:26-27 (TLA). El propósito de Dios al colocarnos como mayordomos del tiempo es su propia gloria. “… Cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios”, 1ª Corintios 10:31 (BPD). Todo espacio de tiempo que se usa sin tener en cuenta la gloria de Dios es un desperdicio por el que tendremos que rendir cuentas. ¡Que el objetivo más elevado de nuestra vida y nuestra vocación más grande sea la gloria de Dios! Ya que tenemos los días contados, estamos obligados a hacer un buen uso del tiempo. He aquí algunas señales que indican el mal uso del tiempo:
1. Vivir sin pensar en la muerte. Es irónico que la gente pase tanto tiempo asegurando su vida en la tierra y muy poco donde pasará la eternidad. Aunque parezca morboso, ¡debemos prepararnos para morir! David oraba para que Dios le recordara su paso fugaz por esta tierra: “Señor, recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra. Recuérdame que mis días están contados, ¡y cuán fugaz es mi vida!”, Salmo 39:4 (NTV). El tiempo debe valorarse, la muerte debe evaluarse y la eternidad debe considerarse. El salmista dijo: “Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría”, Salmo 90:12 (NTV). Considerar la brevedad de la vida y la certeza y rapidez con que llega la muerte nos ayuda a utilizar sabiamente el tiempo que tenemos. Nos ayuda a alejarnos de los pensamientos mundanos y mantenernos enfocados en los bienes eternos. Muchas personas evitan pensar en la muerte; sin embargo, la Biblia dice: “Vale más pasar el tiempo en funerales que en festejos… mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete (RV60)… porque… al que vive lo hará reflexionar en su corazón”, Eclesiastés 7:2 (NTV, NBLH). En la “casa del banquete” a menudo se excluye a Dios; en cambio, ver al muerto en la “casa del luto” hace que los vivos piensen en su propio fin. Algunos monjes romanos leían sus Biblias con una vela clavada en una calavera. Parece aterrador, pero es muy provechoso. Toda vez que volvemos a nuestra ciudad natal visitamos el cement