Pastor José Luis Cinalli
20/4/2025
Una cruz vacía, una tumba vacía, ¡un trono ocupado!
“Recibirán poder para proclamar con efectividad mi muerte y resurrección…”, Hechos 1:8 (NT-BAD).
¡La resurrección de Jesús es el milagro más grande de la historia! “Los apóstoles… daban sin cesar testimonio de la resurrección del Señor Jesús…”, Hechos 4:33 (CST). Jesús resucitó, tal como las Escrituras lo habían profetizado. Pedro citó el Salmo 16 para referirse a la resurrección de Jesús el día de Pentecostés. Explicó que David vio “anticipadamente la resurrección del Mesías… y dijo… que no se quedaría en el sepulcro ni su cuerpo se descompondría”, Hechos 2:31 (DHH). Otro que profetizó acerca de la resurrección de Jesús fue Isaías cuando dijo: “Fue enterrado como un criminal… sin embargo… disfrutará de una larga vida…”, Isaías 53:9-10 (NTV); Juan 20:9; Lucas 24:46. Jesús mismo predijo su resurrección: “… Van a matarme, pero tres días después resucitaré”, Mateo 16:21 (TLA); 12:40, 17:22-23, 20:17-19; Marcos 8:31, 9:31, 10:33-34; Lucas 9:22; 18:31-33, 24:6-7, 26 y 44; Juan 2:19. El tema central de la predicación apostólica era la resurrección de Jesús. En el mensaje inaugural de la iglesia Pedro ocupó un solo versículo para referirse a la muerte de Jesús y doce a la resurrección, Hechos 2:23-35. Pablo dijo: “… Jesucristo… fue levantado de los muertos; ésta es la Buena Noticia que yo predico”, 2ª Timoteo 2:8 (NTV). Luego agregó: “Todos predicamos el mismo mensaje… predicamos que Cristo se levantó de los muertos…”, 1ª Corintios 15:11-12 (NTV); Hechos 3:15, 4:10, 5:30, 10:40, 13:30, 13:33, 17:31. Los apóstoles fueron testigos oculares de la resurrección de Jesús: “Dios levantó a Jesús de los muertos y de esto todos nosotros somos testigos”, Hechos 2:32 (NTV), Hechos 1:3. Los discípulos no solo vieron a Jesús resucitado, sino que lo tocaron, lo vieron comer (Lucas 24:36-43) y comieron con Él hasta que ascendió al cielo, Hechos 10:41. La primera vez que los discípulos vieron a Jesús resucitado “pensaban que veían un fantasma” (Lucas 24:37, NTV), pero Jesús les dijo: “Miren mis manos… mis pies… tóquenme… no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo”, Lucas 24:39 (NTV). Desde ese día nunca más dudaron de la resurrección de Cristo y estuvieron dispuestos a sacrificar sus vidas antes que negar la resurrección de Jesús. Pero no solo ellos lo vieron resucitado: “… Se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los que la mayor parte viven todavía…”, 1ª Corintios 15:6 (BDA2010). Quinientas personas vieron a Jesús resucitado al mismo tiempo y, 20 años después de la resurrección, casi todos ellos vivían para atestiguar aquel gran acontecimiento. ¿Qué otra prueba se necesita para confirmar la resurrección de Cristo?
Ahora bien, para que haya resurrección tiene que haber muerte. Y la muerte de Jesús fue puesta en tela de juicio. Los que quieren asesinar al cristianismo dicen que Jesús solamente se desmayó; insinúan que no estaba muerto cuando lo sepultaron. Esas personas ignoran el sufrimiento del flagelo romano. Los torturadores eran profesionales, golpeaban y desfiguraban a las víctimas con un látigo corto consistente de varias cadenas delgadas de hierro con pequeñas pesas en las puntas. Cada latigazo abría la espalda y atravesaba la carne y los músculos. Consideremos que en la ley romana no había