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August 18, 2022 5 mins
#OscarLeyva Oscar Leyva 2022 Las Mil y una Noche #38






HISTORIA DEL MANDADERO Y LAS TRES DONCELLAS


Había en la ciudad de Bagdad un hombre que era soltero y
además mozo de cordel.

Un día entre los días, mientras estaba en el zoco, indolentemente
apoyado en su espuerta, se paró delante de él una mujer con un ancho
manto de tela de Mosul, en seda sembrada de lentejuelas de oro y forro
de brocado. Levantó un poco el velillo de la cara y aparecieron por
debajo dos ojos negros, con largas pestañas, y ¡qué párpados! Era
esbelta, sus manos y sus pies muy pequeños, y reunía, en fin, un
conjunto de perfectas cualidades. Y dijo con su voz llena de dulzura:
«¡Oh mandadero! coge la espuerta y sígueme.» Y el mandadero,
sorprendidísimo, no supo si había oído bien, pero cogió la espuerta y
siguió á la joven, hasta que se detuvo á la puerta de una casa. Llamó y
salió un nusraní[33], que por un dinar le dió una medida de aceitunas, y
ella las puso en la espuerta, diciendo al mozo: «Lleva eso y sígueme.» Y
el mandadero exclamó: «¡Por Alah! ¡Bendito día!» Y cogió otra vez la
espuerta y siguió á la joven. Y he aquí que se paró ésta en la frutería
y compró manzanas de Siria, membrillos osmaní, melocotones de Omán,
jazmines de Alepo, nenúfares de Damasco, cohombros del Nilo, limones de
Egipto, cidras sultaní, bayas de mirto, flores de alheña, anémonas rojas
de color de sangre, violetas, flores de granado y narcisos. Y lo metió
todo en la espuerta del mandadero, y le dijo: «Llévalo.» Y él lo llevó y
la siguió, hasta que llegaron á la carnicería, donde dijo la joven:
«Corta diez artal de carne»[34]. Y el carnicero corto los diez artal, y
ella los envolvió en hojas de banano, los metió en la espuerta, y dijo:
«Llévalo, ¡oh mandadero!» Y él lo llevó así y la siguió, hasta encontrar
un vendedor de almendras, al cual compró la joven toda clase de
almendras, diciendo al mozo: «Llévalo y sígueme.» Y cargó otra vez con
la espuerta y la siguió, hasta llegar á la tienda de un confitero, y
allí compró ella una bandeja y la cubrió de cuanto había en la
confitería: enrejados de azúcar con manteca, pastas aterciopeladas
perfumadas con almizcle y deliciosamente rellenas, bizcochos llamados
sabun , pastelillos, tortas de limón, confituras sabrosas, dulces
llamados muchabac , bocadillos huecos llamados lucmet-el-kadí , otros
cuyo nombre es assabihzeinab , hechos con manteca, miel y leche.
Después colocó todas aquellas golosinas en la bandeja, y la bandeja
encima de la espuerta. Entonces el mandadero dijo: «Si me hubieras
avisado, habría alquilado una mula para cargar tanta cosa.» Y la joven
sonrió al oirlo. Después se detuvo en casa de un destilador y compró
diez clases de aguas: de rosas, de azahar y otras muchas, y varias
bebidas embriagadoras, como asimismo un hisopo para aspersiones de agua
de rosas almizclada, granos de incienso macho, palo de áloe, ámbar gris
y almizcle, y finalmente velas de cera de Alejandría. Todo lo metió en
la espuerta, y dijo al mozo: «Lleva la espuerta y sígueme.» Y el mozo la
siguió, llevando siempre la espuerta, hasta que la joven llegó á un
palacio, todo de mármol, con un gran patio que daba al jardín de la
parte de atrás. Todo era muy lujoso, y el pórtico tenía dos hojas de
ébano adornadas con chapas de oro rojo.

La joven llamó, y las dos hojas de la puerta se abrieron. El mandadero
vió entonces que había abierto la puerta otra joven, cuyo talle,
elegante y gracioso, era un verdadero modelo, especialmente por sus
pechos redondos y salientes, su gentil apostura, su belleza, y todas las
perfecciones de su talle y de todo lo demás. Su frente era blanca como
la primera luz de la luna nueva, sus ojos como los ojos de las gacelas,
sus cejas como la luna creciente del Ramadán, sus mejillas como
anémonas, su boca como el sello de Soleimán, su rostro como la luna
llena al salir, sus dos pechos como granadas gemelas. En cuanto á su
vientre juvenil, elástico y flexible, se ocultaba bajo la ropa como una
carta preciada bajo el rollo que la envuelve.

Por eso, á su vista, notó el mozo que se le iba el juicio y que la
espuerta se le venía al suelo. Y dijo para sí: «¡Por Alah! ¡En mi vida
he tenido un día tan bendito como el de hoy!»

Entonces esta joven tan admirable dijo á su hermana la proveedora y al
mandadero: «¡Entrad, y que la acogida aquí sea para vosotros tan amplia
como agradable!»


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